Como bien dice Luisa Corradini en una nota plagada de referencias a autores y libros (son cerca de 70 los que se publicaron en los últimos meses sobre este tema), desde el 22 de mayo hasta el 16 de junio de 1968, mientras los adoquines llovían sobre los policías en París y los estudiantes gritaban desde las barricadas que estaba "prohibido prohibir", tal vez nadie imaginara que ese movimiento juvenil –el más festivo, vasto y pacífico que conoció la historia moderna se convertiría en una bomba de tiempo que terminaría con la sociedad patriarcal, permitiría la emergencia de las mujeres y los jóvenes como actores sociales de pleno derecho y, 21 años después, provocaría el derrumbe de los regímenes comunistas.
París 68 / Córdoba 1969
Visto desde la Argentina, donde el Cordobazo agrietó el régimen dictatorial de Onganía, forzó su alejamiento e incubaría una violencia política monstruosa cuyas consecuencias vivimos después con desaparecidos, ostracismo político, exilios forzados y liquidación de una generación, Mayo 68 aparece muchas veces como una algarada lírica, otras como una copia atrasada de la revolución hippie norteamericana, y generalmente como un problema interno de un país retrógrado y reaccionario. País que gracias a esta movilización obrero-estudiantil (que rápidamente se volvió sólo estudiantil cuando los obreros lograron un 35% de aumento en su salario), por fin dio vuelta al codo de la historia.
¿qué fueron finalmente esas jornadas tan mencionadas: símbolo de alegría, provocación, libertad, fraternidad y evolución social o mero triunfo del relativismo moral e intelectual responsable de todos los males actuales?
El Mayo francés promovió, abolió o liberó las siguientes conquistas y abonó un estado contestatario que todavía hoy vemos en muchos lugares y grupos, y promovió valores como los siguientes:
- libertad de la contracepción y el aborto,
- autoridad parental compartida,
- posibilidad para las mujeres de abrir una cuenta bancaria sin autorización del marido,
- derecho a la igualdad profesional entre hombre y mujer,
- mensualización de los salarios (en lugar de la quincena),
- reconocimiento de los sindicatos en la empresa,
- aumento de 35% de los salarios más bajos,
- creación del salario mínimo,
- formación permanente,
- seguro de desempleo.
El filósofo alemán Herbert Marcuse, quedó asociado a un concepto que en ese entonces cobró fuerza: la nueva izquierda, que intentaba superar las propuestas de la izquierda clásica a la que consideraba anacrónica y que incluyó lo subjetivo y lo psicológico dentro del marco de lo macrosocial.
El belga Raoul Vaneigem, autor del
"Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones", quien a los 74 años desmenuza los ecos y la acción a distancia del Mayo francés sobre todos nosotros y lo describe con una acuidad que nos obliga a la paráfrasis textual.
Para Vaneigem las mutaciones civilizatorias puestas a la luz por Mayo del 68 no tienen nada que envidiarle a otros reveladores (la Revolución Francesa, la Comuna, el Frente Popular).
«Nunca antes la desesperación de tener que sobrevivir en lugar de vivir ha alcanzado, en el tiempo y el espacio existencial y planetario, una tensión tan extrema. Nunca antes se ha llegado a presentir de manera tan universal la exigencia de privilegiar al ser vivo por encima del totalitarismo del dinero y de la burocracia financiera […] Somos los hijos de un mundo devastado que intentan renacer en un mundo queda por crear. Aprender a ser humanos es la única radicalidad.»
Al banalizarse, la vida cotidiana ha conquistado poro a poco el centro de nuestras preocupaciones […] El enriquecimiento de la vida exige, sin escapatorias, el análisis de la nueva pobreza y el perfeccionamiento de las antiguas armas del rechazo […] La mediación, es, en el orden del poder, la necesidad falsificada de donde el hombre aprende a perderse racionalmente. El poder alienante de las mediaciones es hoy acrecentado y puesto en tela de juicio por la dictadura de lo consumible, la primacía del cambio sobre el don, la cibernetización, el reino de lo cuantitativo.»
La ruptura con los valores patriarcales fue definitiva.
Desde entonces, nos hemos encaminado hacia el fin de la explotación de la naturaleza, del trabajo, del intercambio, de la depredación, de la separación del hombre de sí mismo, del sacrificio, de la culpabilidad, de la renuncia a la felicidad, del fetichismo del dinero, del poder, de la autoridad jerárquica, del menosprecio de la mujer, de la subordinación de los niños, del ascendiente intelectual, del despotismo militar y policial, de las religiones y las ideologías.
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